Primeros sorbos de esclavitud

Ya llegó el momento, ese que tantísimo ansiaba.
Llego septiembre, dejando a su casa un hogar y una mazmorra dónde convivir con mi Dueño.
Un collar nuevo, un contrato... y nuevas experiencias.

Estamos en noviembre, y es que han sucedido muchas cosas en estos meses, los recuerdos se entremezclan... y no se como empezar.




Mi nueva vida es un continuo aprendizaje. A menudo hay momentos en que me siento deshabituada a según que cosas, es una sensación nueva todavía... agradable, pero totalmente diferente. Yo ya era consciente de la diferencia entre sumisión y esclavitud, pero analizándolo fríamente, desde dentro, son más diferencias de las que creía.

Mi nueva naturaleza aún no he tenido tiempo suficiente de normalizarla. Me queda una nueva y larga doma (que ya os contaré), porqué también tenéis que tener en cuenta varios factores: que los meses previos a septiembre apenas pudimos sesionar Amo y yo, y hay cosas como, por ejemplo, mi tolerancia al dolor, que han bajado, y conviene volver a preparar mi cuerpo a según que cosas (que estando atada, todo se aguanta, y sino no queda otra pero...) y que muchos trámites, muebles que montar, cajas que traer, papeles que dar de alta... nos robaron mucho tiempo bedesemero, mucho. Pero lo gordo ya está y de todo se aprende.

 Aún recuerdo, sentada en una de nuestras nuevas sillas, como Él cogía en sus manos una caja, la abría y ahí estaba mi collar nuevo, el de esclava. Se trata de un aro de metal inoxidable, bastante pesado, con una leve curvatura para adaptarse al cuello y principio de la clavícula. El collar relucía, y era frió al tacto. No se podía vislumbrar un cierre como de collar normal, o como de perro. Visualmente era una pieza entera, un aro metálico que parecía soldado. Amo lo abrió, y me lo colocó en el cuello. Al cerrarlo se escuchó un pequeño clack, imperceptible. No estaba fijo, aún. Amo cogió la llave, estrecha y alargada que venia junto al collar, la colocó en su orificio, y con un giro y un ruido detrás de mi nuca, supe que ya era oficial. 





- Este es tu collar de esclava. No te lo puedes quitar, bajo ningún concepto. De hecho, sin esta llave no podrás quitarlo. Está hecho para que puedas ducharte, dormir y salir a la calle con el. 

El tacto frío del metal sobre mi piel, se fue atemperando, fundiéndose en armonía con mi temperatura corporal. Ahora nunca lo siento frio, ha pasado mucho tiempo. A su peso me costó unos días hacerme. Hoy por hoy ya no lo noto.

Recuerdo las miradas. Salimos de casa, a cenar juntos. Una cena de celebración, en un japonés. Me encanta ese restaurante japonés. Pero el camino era largo...y en metro. Notaba como todo el mundo me miraba el cuello... ¿o quizá era sensación mia?, ¿que se pensarían?. No paraba de tocarlo, inconscientemente me salía el acto reflejo de pasar las yemas de mis dedos sobre el, girarlo...sonreír... Amo me hablaba como si nada, pero se paraba a ratos a posar su mirada sobre mis labios... y a bajarla hasta el collar, para decirme que me quedaba muy bonito.

Las primeras personas que pudieron verlo sabiendo lo que era fueron mi ejemplo a seguir en mi camino a la esclavitud y más querida amiga, y después, compañeros de las clases de shibari. Soy muy cortada, yo no iba a comentar nada por vergüenza... pero todo fue muy fluido. Las personas que lo reconocieron sonreían, lo tocaban, comentaban que era pesado, que se me veía muy feliz, nos felicitaban... me sentí realmente feliz en ese momento. A punto de llorar. Pero en aquel entonces aún estaba en una nube, creyendo que todo eso era irreal, que no me estaba pasando a mi, sino que era un sueño, del que no quería despertar...

----------------------------------------------------------------------------------------------------


Los días pasaban, y Amo era muy bueno conmigo. Esas primeras semanas se intercalaban trámites de la casa, mi anhelo por dejarla acogedora, y la mazmorra accesible y útil para 
Él. Interiorizaciones de mi contrato nuevo, de esta nueva vida... pero salvo ataduras, suspensiones con cuerdas, y golpes con su mano, los flogger y la tabla de madera, todo era liviano.

Tanto es así que no pude evitar dudar de mi, de mi aguante, de mi valía como esclava. Soy una chica muy insegura, y el año anterior había pasado una gran ansiedad y pena de la vida separada que llevábamos Amo y yo. Ahora todo estaba bien y arreglado, pero algo fallaba. Seguía teniendo ese bache dentro mio, esas dudas... esos miedos.

Amo decidió tomar cartas sobre el asunto. Me cogió de la mano, en silencio, tirando de mi levemente, yo le seguía. En esta ocasión no me colocó el collar de perra de las sesiones (un collar con una placa, con mi número de esclava, que se coloca encima del de esclava metálico, para recordar aún más mi sitio), tenía otro objetivo en mente. Me mandó colocar enfrente de uno de los pilares metálicos de la cama, estarme quieta, y cerrar los ojos.


La cama es muy muy similar a esta, toda de metal. No pongo una fotografía original de la nuestra, porque como sabéis, nunca se sabe si alguien ajeno a este entorno, pero que haya estado en la casa, podría verla e identificarla....



Oía sus pasos, como se acercaba a la mazmorra, como las cadenas y cosas colgadas de dentro tintineaban. Estaba cogiendo cosas... .pero... ¿que cosas?. Yo aún no podía abrir los ojos... no me estaba permitido. Y no pensaba hacer trampa alguna o fallarle de algún modo.
Oí sus pasos, acercándose a mis espaldas. Mi acto reflejo fue abrazar la columna de la cama, sentir el frio en mis brazos y pecho.La tira desabrochándose del antifaz ciego, y el ruido característico que hace, me hizo ser consciente de que ya no volvería a ver hasta que Amo terminase conmigo. Noté como colocaba el antifaz sobre mis ojos, y lo cerraba fuertemente detrás de mi cabeza:

- Ahora ya puedes abrir los ojos

Oscuridad absoluta. Empecé a tener más miedo aún, Amo estaba muy serio.

Amo empezó a desdoblar cuerdas. Se oía como caían al suelo. Y se olían cuando se acercaban lo suficiente a mi. Sus fibras, ese olor característico según el material.
Empezó a retenerme, a atarme a la columna, juntando mis pies, mis piernas, retorciendo cuerda, haciendonos una a la cama y a mi persona. Con el culo al descubierto y miedo, mucho miedo.


Uso muchísimas cuerdas, me dejó totalmente pegada a la barra. Y terminó su obra amordazandome con la mordaza con el dildo en su interior, y haciendo un nudo corredizo y apretado en mi cuello, y de ahi a la columna de la cama. Sabia que tipo de nudo era porque el mínimo margen que me daba el cuello de movimiento, notaba como se tensaba. Estaba en ese límite en que puedes respirar, pero con dificultad. Debía permanecer quieta para que el nudo no se ciñese más, y hubiese que cortar la cuerda. Pero algo me decía que Amo no me pondría fácil el estar quieta.

Así fue, primero vino el silencio, y este fue roto unos minutos después por el ruido que hace su mano al impactar sobre mi culo. Luego vinieron los flogger, creo recordar que usó dos... no lo se... Todo se me estaba haciendo intenso. No ver, mi primera experiencia en esa cama atada de ese modo, la dificultad al respirar, mis gritos con esa mordaza (que llenaban toda mi boca de asquerosas babas y me dificultaban aún más el respirar, acumulandose sin poderla tragar). Mi culo y mis piernas eran castigados, la espalda también. Controlaba mi respiración como podía, trataba de mantener la calma... hasta que noté a señor maldad.

Señor maldad es, hasta la fecha, de las peores cosas y más dolorosas que tenemos para castigar. Es una fusta, hecha con una barra (diria que de titaneo) y con muchísimo peso en su lengüeta. Cae mucho más pesada que una vara o cualquier otra cosa similar, Y su superfície de contacto es como de goma de neumático, quema. Al caer, sin mucho esfuerzo, además de un dolor intenso, punzante y que te hace estremecer, deja sin dificultad un morado con su forma marcado. Le tengo tanto cariño como miedo. Y creedme que es muchísimo el miedo. Fue un regalo, hecho por una persona muy importante para nosotros, a raíz de que un día yo sollozaba con que quería tener aún más morados "como esas imágenes de fetlife", que a mi sólo me salían suaves... Y con eso cambió todo. Creo que ya os hablé de esa fusta. Se supone que fue hecha para masoquistas fuertes. Yo no soy fuerte... y lo de masoquista... conviene acotarlo y mucho. Así que cuando noté esos golpes, flojos (pero ya molestos por ser la fusta que es) sobre mi culo, empecé a temblar, a suplicar inútilmente porqué la mordaza me lo impedía del todo, y a llorar, incluso antes de tiempo. Sabía el dolor que iba a venir. Estaba convencida que no lo iba a soportar. Y no podía hacer nada, ni pararlo, ni pausar la sesión, ni escapar, ni soltarme... ni siquiera mirar a Amo a los ojos. Todo era oscuridad, ahogo, ataduras y dolor. Pero debo decir que Amo fue bondadoso... no le dio toda la caña que esa fusta puede dar.

Un rato y una piel hirviendo y dolorida después, fui siendo desatada, y liberada. Al retirarme el antifaz, e irme acostumbrando poco a poco a la luz otra vez, pude enfocar mi mirada y ver como este por dentro estaba salpicado de mis lágrimas. 

Amo me explicó que había hecho eso, para demostrarme que no debía dudar de mi aguante, que había podido resistirlo. Aunque yo por dentro, sentí alivio junto a una sensación de querer ir más allá. Bueno, calma, de momento a saborear eso... todo llega. Esto es una prueba de ello.




El lección terminó con premio: comerle la polla a Amo, estando arrodillada, y vislumbrando de lejos esa fusta que tanto amor/odio genera...............

Con el sabor de su semen aún en mi boca, llegó la hora de hacer la cena, y esperar su permiso para ver si esa noche podría cenar en la mesa, sentada junto a Él, o si me tocaría en el suelo.




Aún tengo tanto que ordenar y contaros... intentaré no ausentarme tanto.................










Comentarios

  1. que intenso me encata tu vida es muy linda es lo que yo desearía ser esclava no sumisa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias Señorita, ojalá lo consiga. Yo cuando fui sumisa me sucedía igual, pero todo acaba llegando en la vida, de veras que si

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Este septiembre... voy a ser esclava

Sesión waterboarding