Sesión waterboarding

Buenas! Intento ponerme al día de cosas que tenía pendientes escribir. Una de ellas era una sesión de hace más de un mes, dónde os dejaba caer que experimentábamos con el waterboarding. ¿Y eso que es? diréis algunos (yo sin la ayuda del Señor Master AOP nunca hubiese sabido que ese era el término correcto!). El waterboarding es como se conoce a la práctica, inicialmente como tortura de la CIA y demás, que consiste en ahoga /impedir respirar a una persona con agua, lanzada encima de un pañuelo que cubre la cara, para que no permita el paso del aire, pero si que el agua entre en la nariz y en la boca de la persona, dándole una "falsa sensación" de estarse ahogando como bajo el agua, y saliendo inconscientemente el reflejo de "abrir la boca para coger aire" (hecho que hace que te ahogues más.


Todo esto puede sonar horrible a muchas personas, y de hecho, según me consta, es considerado una práctica hard y peligrosa (creo que más a nivel mental que a nivel fisiológico de la persona, si se realiza bien, ya que como pondré a continuación en una imagen, el agua nunca llega a los pulmones, a no ser que se trague por reflejo/por error... cosa que pasa, pero no mata). Pero como toda práctica de riesgo, no es segura, de hecho se dice que muchas personas "interrogadas" así murieron. Claro que los que les tiraban el agua no era en una situación bdsm de tortura consensuada, sino de tortura real.
Antes de pasar a detallar todo, creo que es imprescindible unos pequeños apuntes:

- Mi experiencia fue gratamente positiva, pero esto es debido a que soy masoquista en el tema asfixia: me encanta, la disfruto realmente y no le veo límite. Una persona que no comparta este gusto, le sería de gran ayuda una progresión y estar segura de quererlo hacer (primero salpicar un poco el pañuelo, luego ir tirando agua con una cuchara, en pocas cantidades, etc...)

- También tengo resistencia/aguante/placer a la asfixia causada por compresión torácica/abdominal (por lo que explicaré).

- Por último, espero que todos conozcáis lo del SANO-SEGURO-CONSENSUADO. Lo cuál es fundamental en una relación bdsm de dominante y sumiso. Pero debéis recordar que la relación de Amo y mía está mutando, con el objetivo de tornarse en una de Amo y esclava: eso significa la renuncia a palabra de seguridad por mi parte (cosa que desde luego, sólo se debería hacer después de años y confianza ciega en la otra persona... vuestra vida es lo único que si perdéis, no hay marcha atrás...) y si ya estamos usando de forma cotidiana prácticas que no reúnen el "sano" como objetivo, estamos hablando de un RIESGO ASUMIDO, o lo que es lo mismo, el RACK/RACSA, esa serie de prácticas que aún bien llevadas, pueden causar daños a la salud, o consecuencias de por vida (véase cicatrices con juegos de cuchillos, o lesiones por abusar de los tiempos o inexperiencia con según que figuras de shibari). Esto es una decisión meditada de los dos, de riesgo, y que aunque lo disfrutemos, siempre entrañará riesgos. Como decían por la tele... si no estáis seguros... no lo hagáis en casa!


Bien, tocho previo explicado, paso a lo que fue la sesión en sí.

Ya habíamos hablado del tema de practicar esto. A los dos nos atraía, aunque yo tenía dudas de que a Amo le llegara a gustar, y por mi parte, sabía que debía tenerle miedo a la práctica... pero quizá por verla muy lejana, ese miedo no llegaba. Lo raro fue que una vez Amo me avisó, que la próxima vez que sesionásemos, la haríamos, el miedo que debería tener, seguía sin llegar. Aún hablándolo en el grupo, dónde me pasaron vídeos para verlo "en acción" y me enlazaron con documentos de internet, no tenía miedo.... así que llegué a la conclusión de que el miedo llegaría al ponerme en la situación, razón por la cuál vi necesario "practicar" para estar preparada cuando llegase la sesión, habiendo sentido ya miedos y nerviosismo al verlo "real". Así que le saqué "sutilmente" el tema a Amo por móvil:

Bambi:
Amo, quisiera preguntar

Que….

Pues... si de tener tiempo

¿Puedo practicar con una toalla mojada en mi cara?

Lo de la asfixia

Amo Jack :
Mmmmm....

No me parece bien

Porque aunque sea practicar, tu amo prefiere estar delante, y hacerlo el mismo, aunque fuese de forma suave y lenta, controlada y hablando

Pero prefiero eso, a que lo hagas tu sola

Bambi:
Entonces Amo, ve bien practicar juntos primero

¿Y luego hacerlo? Supongo que el mismo día que se haga todo

Amo Jack :
Exacto

Bambi:
Gracias Amo, así será 😊



Así que, aunque se me fastidió el intento en solitario, eso por fin hizo que reaccionara y me empezará a entrar un nerviosismo interno... ¿cómo sería la sensación? ¿daría miedo?, ¿estaba preparada para ese miedo?.

A pesar de que la espera se hizo larga, llegó el día de tener la casa libre, y poder sesionar. 
Fue el sábado 10 de febrero. Lo pongo, para no olvidar la fecha, soy de esas ñoñas que los momentos que nos "marcan" le gusta recordarlos... como el de la pistola de gas y mi culo...❤.



Después de que yo me duchara y arreglara, esperé en la habitación como Él me ordeno. Al rato, entró Amo, recién salido de la ducha, oliendo a gel y a champú de una manera que me embriagaba. Me cogió por detrás, fuertemente, y con un tono amenazador, me dijo:
-         - Ya no habrán más quejas, vas a hacer tooodo lo que te diga, y permanecerás callada durante todo el rato a no ser que te ordene lo contrario, ¿de acuerdo? Asiente.
-          *asentí en silencio*

Acto seguido, me mandó arrodillar, y me colocó los grilletes que llevan tantos años acompañándonos, de polipiel y cierre de hebillas, y después, mi collar de perra. A la orden de “abre la boca” noté como la mordaza de hueso se encajaba en mi boca, a la vez que se ceñía el cierre, ajustándose en mi nuca.  Después de un “click” en mi collar, noté el peso de la correa, recién agarrada a este, y como un tirón certero de la mano de mi Dueño, me indicaba que había llegado la hora de pasear.
Pasillo arriba y pasillo abajo, andaba a cuatro patas y amordazada, sólo con medias y liguero (he olvidado a día de hoy si llevaba algo más de ropa...). Mientras duraba el paseo, era atormentada con el flogger, cayéndome golpes por los lugares donde menos los esperaba, a la orden de que moviese el culo, como una perra feliz. Ante la vacilación por mi parte, empezaron a caer golpes de flogger sobre las plantas de mis pies, débilmente cubiertas por las medias de altura hasta el muslo.
Una vez volvimos a la habitación, después del “paseo”, Amo me usó de taburete dónde apoyar sus pies durante un largo rato para, después de relajarnos los dos, empezar a atarme.


Me hizo una estructura de torso (un takate kote) al que había añadido un nudo en el cuello, por la parte que ahogaba, una mezcla a su estilo de lo aprendido en clase, que ahogaba lo justo para disfrutarlo y no estar en un “globo”, ser consciente de todo. Al menos, estando erguida...lo que no contaba era con lo que vendría a continuación. Me vendó los ojos y empezó a inmovilizarme las piernas, de manera que mis tobillos quedaban subidos y yo, estando de rodillas, me mantenía en frágil equilibrio de no caerme hacia delante. El no ver, tampoco me ayudaba.... Se sentó delante mio, y movió mi cuerpo, hacia delante, de manera que pensaba que me caía en un vacío, hasta que mi garganta se topó con su polla. Me iba follando la boca con ritmo, sin pausa. Al estar inclinada, el “nudo” en el cuello de la estructura de cuerdas me ahogaba, juntamente al ahogo que estaba empezando a controlar del garganta profunda, haciendo la situación muy tortuosa: me ahogaba de cuello, me ahogaba de boca, mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas por el acto reflejo, y por consiguiente, mi nariz se iba taponando, dificultándome respirar. Mis piernas solo parecían las patas de un balancín, moviéndose al compás con el que Amo tiraba de mis trenzas (o a ratos, directamente, apretaba mi nuca) de dentro a fuera. Aun así hacia intentos de no ser sólo una boca inerte que follarse, y me esmeraba en mover mis lengua, apretar mis labios, o tratar de hacer ese “vacío” que tanto le gusta. Ante todo quería complacerle... de eso trata todo esto..


Sacó de golpe su polla, y noté como algo caliente disparaba y caía sobre mi nariz, boca, cuello y escote. Se había corrido en mi cara, pero el antifaz que deja a ciegas del todo, me protegió los ojos y me privó de la sensación de notar su corrida caliente en los párpados. Debía hacerme un mapa mental del resto del cuerpo dónde aún lo notaba. Me entristecí brevemente: no pude notar en mi boca su polla palpitando, de cuando termina, ni pude sentir su sabor. Aun así intenté con la lengua recoger lo que tenía cercano, siendo la cantidad insatisfactoria.


Amo me mandó mantenerme quieta, y guardó silencio durante minutos. Yo iba recuperando el aliento, me notaba las mejillas coloradas, su semen goteándome por la barbilla, el escote... mis brazos aún inmóviles, y con aún más dificultad que antes de mantenerme de rodillas pero erguida, con esa atadura de muslos y tobillos. Después supe que en ese rato se dedicó a hacerme fotos, que me enseñó (con el antifaz ni el flash de la cámara se ve... esto a veces te impide ser consciente de que cosas suceden a tu alrededor).
Me limpió, como si yo no supiese hacerlo, para después desatarme y dejarme repasarme a mí.


Me mandó estirar en la cama. Me ató los muslos con futomomos (esa estructura que junta al máximo muslo con gemelo) para pasar una cuerda entre ellos, y la estructura de hierro de mi cama, y abrirme al máximo las piernas. No podía cerrarme. Después, me ató las muñecas juntas, y las subió al cabecero de la cama, inmovilizándolas. Notaba la piel de mi pecho y mi vientre tersas, tirantes. Estaba entre ese límite de comodidad y tensión, que me permitió poderme concentrar en lo que Amo hacía entre mis piernas, comiéndome el coño hasta que exploté por dentro, retorciéndome con el poco margen que me dejaban las cuerdas.


Sin dejarme reaccionar, y yo ya ida, recuerdo como Amo me la metió, sin piedad,  y yo lloraba y me retorcía. Amo me hizo recordar a posteriori de la sesión que se me fueron los ojos, y apenas podía hablar. Lógico... si me viene tanta información de golpe... mi cuerpo no puede registrarla. Tengo un lapsus después de eso. Supongo que me quedé desvanecida o tonta. Se que jugamos a otras cosas cuando me recuperé, recuerdo a Amo clavándome agujas, haciendo insistencia en mi culo, y atesorando las breves gotitas de sangre que salían, sorbiéndolas y sacando el animal que lleva dentro y tanto me encanta, su lobo primal.


Llegó el momento clave, el que tanto habíamos esperado y hablado: el waterboarding. Primero, buscamos por la casa un tejido que fuese lo más similar posible al del vídeo que habíamos visto, de tamaño y de grosor. Cuando cogí uno que parecía idóneo y se lo ofrecí a Amo, aún dudosa de si disfrutaría de esta práctica o no, sonrío, lo cogió entre sus manos, y su cara cambió. Puso esos ojos de “sádico divertido”, y con un movimiento rápido, me colocó contra la pared, con la tersa tersa, apretada encima de mi cara, y el tapando con sus manos mi boca, y pinzando con sus dedos mi nariz. Me agité levemente, empezaba a notar mi cuello hinchado. Retiró la tela, observé su cara, estaba satisfecho. Miré en sus bajos... se había empalmado:

-         -  Pues parece que sí que me va a gustar, muñequita.




Dispusimos las cosas, primero, decidir un lugar en el cuál no importara que cayese agua, buscamos un modo en el cuál quedara elevada respecto al suelo, mi cuerpo (para estar inclinada) pero también mis manos, en concreto la mano izquierda, que era dónde aguantaría un manojo de llaves (el sustituto del “peso”) para que, si me entraba el pánico o me desmayaba, dejarlas caer y que sonasen contra el suelo. Probamos un par de veces que si las dejaba caer, evidentemente sonaban. Lo tedioso de hacer una práctica de riesgo por primera vez, es tomar mil y una precauciones. Recuerdo que no sentía miedo, solo ganas de saber como sería esa sensación. Y 0 deseos de mojarme el pelo (acabé con la cara empapada así que...). Nos habían recomendado empezar poco a poco, con una cuchara. Nos pareció demasiado suave, y esa “chulería” podría habernos salido mal. Pero bueno, aquí la masoca de la asfixia estaba preparada, sin saberlo, para saltarnos un pasito.
Llenamos una botella de agua, que sería lo que usaríamos para ir echando. Amo me dijo que al principio solo dejaría caer gotitas. Agarré fuertemente las llaves en mi mano, el momento había llegado. El pañuelo me cubría toda la cara, pero me permitía el paso de la luz. Lo que vería en mis momentos de agonía sería ese color fucsia, encima de mis ojos, que conforme más pegado estuviera, más me haría cerrar los ojos, enganchando a mi piel como una segunda piel, y oscureciéndose de tono por estar empapado. Ahí, justo ahí, esperando, si sentí nervios. Pero no miedo a sufrir: mi miedo era no aguantar y decepcionar a mi Amo, sinceramente. Noté unas gotitas cayendo, Amo se había mojado los dedos, y dejaba caer unas gotitas, primero en mi cara sin pañuelo, luego con el pañuelo encima. Bien, aún podía respirar.

-          - Prepárate –escuché-



Y en unos instantes que se me hicieron eternos, y en los cuales ni cogí aire, noté como caía a chorro, sin brevedad, el agua de la botella encima de mi cara. Notaba como Amo la movía levemente para que cubriese nariz y boca por igual, la gravedad hacía que también llegara a mis ojos y frente, cerrándolos por instinto. No reaccioné, notaba el pañuelo apretándose en mi cara y todo húmedo, y recuerdo que probé a respirar, y comprobé que no podía, que me entraba agua en mi boca (que al principio, al empezar con menos cantidad, podía tragar... luego ya no) y que mi nariz escocía, quemaba y molestaba por dentro, como cuando de pequeño uno se tira a una piscina y nota el agua y el cloro como se metió a presión en su nariz, y esa molestia característica de quien lo ha sufrido.
Amo levantó el pañuelo, me vio, sonrió. Pero le molestó verme tan orgullosa, tan de “mira, he sobrevivido”. A partir de aquí, el nivel subió. Amo se colocó encima de mis costillas, dejando caer su peso. Ya sólo esa opresión por si misma, me ahogaba. Apenas me dejó pausas de destaparme el pañuelo, lo justo para comprobar que seguía bien, y oírme toser, libremente. Mis ojos se tornaron llorosos por el esfuerzo, mezclados por el agua. El agua caía, a chorro, notaba que me llenaba toda la cara, pero no me era desagradable. Eran como si unas manos de agua cayesen a peso, “tapándome” nariz, y haciéndome querer cerrar la boca, solo abriéndola cuando no podía más, para que sonasen gárgaras o toses, que parecía que tuviese tuberculosis. Gritos no, gritos no fue ninguno. Estaba realmente en trance con ese sufrimiento. Instantes de luz, de ver la cara de Amo, y ratos largos de un fucsia oscuro, y el abrazo del agua en mi cara, cayendo. Me resultaba tan relajante... me quemaba la nariz, la garganta y los pulmones (por la tos entiendo, ya que se supone que el método impide que el agua llegue a los pulmones). Me vino un recuerdo de infancia, de yo misma, lanzándome el chorro del agua de la ducha, en la cara, lo más pegado posible a boca y nariz, notando como esa agua caía a presión, hasta notarse como una masa líquida que cubría todo, como una máscara, y que eso no sólo no me desagradaba, sino que me relajaba. La sensación era la misma. Estaba en mi sitio. Pero eso sólo era mentalmente, mi cuerpo sufría. Se retorcía. Pataleaba sin control, como si mis piernas fuesen un ser aparte de mi mente. Mi cuello lo notaba fatigado por la posición y la presión en mis venas, Amo empezó a ahogarme a ratos, rodeándome con una mano el cuello (le cabe) y con la otra, tirando de nuevo agua de la botella, jugando a acercarla y alejarla. Yo eso lo notaba, se nota a la perfección, es más presión. Esa “manos de agua” que terminaban en puños de agua.




Fue, como un suspiro y una semana por igual. No se si era cosa de la primera vez que se prueba algo, o si ese tipo de “torturas” te dan la sensación de que el tiempo dure el doble. Pero aunque estuve al límite un par de ocasiones, Amo supo controlarme a la perfección, y no tuve que tirar las llaves. Y eso me encantó: la confianza depositada en él, no fallada, el llegar a esos límites, pero mantener las llaves... Recuerdo que necesité unos golpes secos en el pecho para expulsar a presión agua. Y aparte de eso, y lo que os he contado...poco más recuerdo. Paz y sufrimiento por igual, la sensación que la práctica duró muuucho. Y que en el momento que Amo me retiró todo, y me felicitó, acariciándome la cara y mirándome con dulzura, la sensación de que había sido demasiado corto, que quería más. De hecho quería más... me enfurruñé un poco por no comprender por que Amo no quería repetir. Él, como persona sensata, quería dejarme descansar, pasar las horas, ver como me había afectado o no. Yo, como yonki de la asfixia y de deseos de auto superación, quería más y más. Pero para eso está un Amo, para guiar, y frenar cuando toca. Me es más llevadero todo en sus manos....

De “consecuencias”: Me temblaba el cuerpo solo, durante un rato, estuve un bueeeen rato con un dolor intenso de cabeza, cosa rara en mí, notándome como “pinchazos”, ardor, picores en la caja torácica (entendiendo que las toses que me salían, así como el modo en que me retorcía, debieron haberme fatigado). La nariz y la garganta se mantuvieron durante un bueen ratazo con esa sensación de “tragar cloro de la piscina” que os comentaba arriba.
Aun así me muero por repetir, Amo también. Quiero tener la cabeza dentro de un cubo, y que Amo me suba y me baje, cogida de los tobillos con ataduras de shibari. Eso hasta tener intimidad junto a un punto de suspensión de techo, no se podrá. También deseo probar con agua a presión, de una manguera o el grifo de la ducha, y caliente, para ver si es mejor o peor.

Pero sobretodo sobretodo lo que deseo más que nada es que Amo se mee encima del trapo, y me ahogue. Pero sinceramente, y es lo malo de “correr tanto” es que una meada de Amo, por más laaarga que sea, no me ahogará ni la mitad de lo que hicimos, porqué dura menos que una botella cayendo encima. Eso por un lado, y por otro, si se acompaña de agua, para seguir ahogándome después, durará poco el olor de su orina. Así que no se... ando dándole vueltas. Cómo mínimo tenemos este “método clásico” que nos encantó.
Después de haber sido ahogada, Amo comprobó cómo me había mojado, y me masturbó con su mano hasta que me corrí. Fue muy raro porqué estaba más sensible, notaba todo más... Quizá es sólo mi cuerpo que es raro, no sé si es una reacción común esa o no.

La noche acabó siendo amordazada y colocada sobre el regazo de Amo, mientras el me pegaba con la palmeta de pinchos (vampiro) para sacarme sangre, intercalando 3 golpes en una nalga, pasando a la otra con otros 3 golpes, y así sucesivamente, sólo por placer de ambos, sólo por buscar ver como salían las pequeñas manchitas de sangre, ser capaz de acumularlas, con el deseo de dejar todo el culo sangriento, hasta que Amo se quedara con la mano cansada o mis lamentos le convenciesen de parar.

A la mañana siguiente, con todo recogido, y a la espera de que llegara la gente a casa, antes de perder la intimidad de nuevo, hasta a saber cuándo, estuve en el suelo sentada, a los pies de mi Amo, mientras el me rodeaba con sus piernas, y veíamos la tele tranquilamente, recordando el día de ayer. También estuve un rato siendo su reposapiés, y notando como intencionalmente Amo se “colocaba mal” encima de las marcas que me habían dejado las agujas y la palmeta de pinchos en el culo, haciéndome saltar y oyendo de fondo “los muebles no hablan ni se mueven”.
Tú mueble inquieto te ama, Mi Dueño. 




*RACK: Risk Aware Consensual Kink 
*RACSA: riesgo asumido y consensuado para prácticas de sexualidad alternativa o no convencionales

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