Sesión de San Valentín

Pues recopilando escritos del baúl de los recuerdos del último año, salió este de febrero del 2017 

Todo empezó días antes de la sesión: mi amo y yo, revisando una página de un sex shop de confianza, dónde tenían varios productos muy rebajados. En concreto uno que a mi dueño le fascinaba desde hacia mucho: una fusión entre bolas tailandesas y vibrador, de gran largada y anchura, para la zona anal. Yo...que os puedo decir foro... cuando vi la magnitud de esa cosa... me aterré, más cuando vi su sonrisa sádica reflejándose en su cara, y sus ojos de lujuria, de deseo al pensar en usar ese consolador que era un paso importante entre los que ya habíamos usado en zona anal (mucho más pequeños) y ese... Sabía que debía corresponderle, me comprometí a regalárselo, si tanto lo deseaba. Él me lo agradeció, pero pasaron los días, y la oferta desapareció, sin haberlo podido comprar. Sentí que le había decepcionado, profundamente, aunque él es bondadoso y no me lo echo en cara, yo tenía esa idea rondándome por la mente. 



Y por fin llegó el fin de semana antes de San Valentín, nuestra ansiadísima sesión. Estaba más nerviosa que de costumbre, mi deseo, mi humedad que me resbalaba, cayendo por mis muslos ante la anticipación de lo que iba a suceder..y una parte de mi interior, con remordimiento por lo que sucedió. Tuve que pedirle a mi amo, pasados unos 40 minutos o así de estar atada, que por favor, me permitiese ir al baño, necesitaba orinar y no podía más. Estaba a nada de hacérmelo encima, y no quería manchar nada de donde estaba encima colocada (no era el suelo...). Mi amo, me dio a elegir:

o seguir atada mientras el me violaba fuertemente, para luego poder ir al baño o ir al baño en ese mismo instante, pero con una buena y dura azotaina como castigo, si usaba esa opción. Yo no podía ni un segundo más... elegí la opción incorrecta: ir al baño!!! Siempre suelo estar muy muy muy cerrada de abajo, por más deseos y lubricación que tenga, y pensar en su gran polla, entrando sin control... me aumentaba aún más las ganas de mearme encima, así que me aferre a la opción del baño. Cuando acabe, mi amo no tenia buena cara para nada: estaba muy enfadado, y esperándome: me hizo ponerme de rodillas del todo, suplicándole perdón. Así lo hice. Después me dijo que debía obedecerle en todo durante ese rato, para así poder ser perdonada, y eso hice. Me mandó colocarme a cuatro patas, y andar como la perra que soy, mientras el me colocaba en la espalda todas las cuerdas y sogas que usaría conmigo a continuación: -que no se te caiga ninguna, perrita  -me advirtió-. Las llevaba con todo el cuidado que podía, mientras el me iba mandando andar más deprisa y me iba azotando con la fusta.



Después me ató, con el culo bien expuesto para él, bien en pompa...como el sabe que me humilla, y vinieron todos los azotes prometidos. Y diez más. Me hizo contarlos uno a uno. Y los 10 últimos extras, como prometió, fueron los más duros, me resonaron hasta dentro de la columna vertebral (cuando habían sido aplicados en mi culo, curioso).



En cuanto terminó, y me caían las lágrimas del rostro, me mandó sentar en la cama, y lancé un alarido de dolor; el sonrío, parecía complacido. Poder ver su sonrisa, calmó un poco mi corazón. Pero la cosa no había terminado aún: me amarró lo más que puso al cabecero y laterales de mi cama, con las piernas bien levantadas, y mi cuerpo totalmente desnudo, salvo los calcetines largos de látex hasta mis muslos. Me puso el antifaz en los ojos que tenemos, que ciega del todo (mucho mejor que vendas que usábamos anteriormente, con este no ves nada de nada!) y una mordaza nueva, que llegó recientemente, que no me dejaba articular ni el más mínimo sonido inteligible (tenemos otras que, si te esfuerzas muuuuucho se entiende algo hablando). Así estaba yo, inmóvil, desnuda, ciega, muda, y expuesta ante mi dueño; el cuál me comentó lo mojada que estaba. Me colocó las pinzas con cascabeles en los pezones, un pinchazo fulminante en cada uno sacudió mi cuerpo de repente. 



- ¿Qué te voy a hacer ahora, muñeca? ¿la perrita no lo sabe? ¿no puede ver nada? -decía el, mientras oía que buscaba y trasteaba cosas por la habitación



Noté una jeringuilla de plástico, entrando por mi ano, de manera suave pero sin pausa: la metió hasta la mitad de la cánula, solo la parte de plástico, e inyectaba un líquido dentro mio. Yo no podía ver que era, me daba dolor de barriga, me humillaba. Oía perfectamente como se desplazaba la pieza de plástico por donde se aprieta de la aguja, dentro de la propia aguja, llenándome entera. Mi amo dijo que me quería bien llena.... ¿llena de qué? ¿para qué?! fueron 3 o 4 agujas, no recuerdo bien. Y entonces me dijo:



-Y ahora, te pondremos el buttplug, para que no se salga nada.



Respire y me relajé, intenté pensar en la oscuridad que veían mis ojos: podía estar tranquila, esa sensación la conocía, mi amo me había entrenado con ese buttplug durante un tiempo. No era demasiado grande. Y cuando más estaba mentalizándome de ello, descubrí con horror como mi ano se abría más y más, tirándome por dentro, como algo muy grueso y alargado, no acababa de meterse. Aquello definitivamente no era el buttplug: empecé a asustarme, y mi amo me calmó, diciendo:



- Por cierto, después de todo supongo que te has dado cuenta que esto no es el plug de siempre... ¿sabes? al final si llegué a tiempo de aprovechar la oferta de las bolas tailandesas... feliz san valentín perrita.



Y entró, entró hasta lo más fondo de mi, me dolía, podía soportarlo, pero la sorpresa, la humillación, el haberle decepcionado, y la sensación nueva me hizo llorar, y dejar empapados mis ojos, atrapando mis lágrimas dentro del antifaz. Lloré como nunca, me sentía liberada, con la mente en blanco, suya, toda suya, arcilla en sus manos, su objeto sexual. Le sentía mi dueño, en su totalidad.



Una vez dentro del todo, encendió el modo de vibración, y me follo el coño, hasta correrse. Mi estrechez dolió, al rato mi vagina se acostumbró a su polla, y la abrazaba, la apretaba, y mi mente estaba en otro sitio...agradecida y sorprendida de la actuación de mi amo. Y feliz, muy muy feliz, de en su día haberle escogido, y poder vivir un San Valentín así junto a él.


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