En mis narices

En vista de la sequía de casas libres que arrastramos, y forzando a mi máximo posible mi "paciencia sumisiera" creo que es buen momento para recuperar las últimas sesiones que tuve la suerte de vivir con Jack (aunque mágicamente todo se tiña de un color azul nostalgia). 
Esta sesión se pudo alargar en el tiempo durante tres días que quedó la casa vacía (pero con ambos lidiando con obligaciones, así que los tiempos no los recuerdo bien).
Recuerdo que todo vino a raíz de otro castigo que me gané. Como Amo apreció lo que me desconcertaron las alarmas en la sesión anterior ( click para ir a lo que me refiero ) decidió que sería una buena idea dividir mi castigo, en 3 veces al día, durante los siguientes días juntos. El juego era que no sabría ni cuando ni dónde se me castigaría. Amo programaría cada día 3 alarmas, y cuando yo las oyerá sonar, debería ponerme en pose de castigo, recibir mi merecido, contar y agradecer cada golpe. Los golpes e instrumentos irían según el gusto de amo, pero nunca se repetirían en un día (así que si a primera hora me daba con algo suave...ya podía irme preparando para algo mucho peor).


Fue muy intenso, entre el resto de cosas que hicimos, de repente sonaba la alarma, y yo ya de oírla temblaba. Cayó mano, fusta y flogger cada día (+ los azotes de antes de ir a dormir). Recuerdo que una de las veces oí sonar la alarma saliendo de la ducha y casi me resbalo. Lo fuerte de esas alarmas (que sonaban a las 2, 6 y 10 pm) es que estuvieron desde el primer momento apuntadas en un trocito de papel, encima de la mesa. Las tuve siempre programadas y enfrente de mis narices, y sin embargo viví con miedo esos días, sin saber si tendrían relación o cuando sonaría la siguiente.

Entre tanto, recuerdo con cariño y añoranza uno de mis platos preferidos. Para ganármelo, tuve que hacerle una felación a amo, antes de comer. El sentado en su sillón, y yo en el suelo, mirándole desde la inferioridad. Y haciéndolo lo mejor que podía, mientras me agarraba del cuello y me zarandeaba a su ritmo, follándose a mi boca.
Cuando el lo consideró conveniente, me colocó un plato en las manos, órdenandome seguir de rodillas y levantarlo en alto, durante un buen rato, fatigándome los brazos. Mientras, el de pie, se paseaba, se reía. Iba mostrando su erección, acariciándola de cuando en cuando, mirándome con esos ojos que me matan. Y de repente empezó a masturbase, mirándome a los ojos, y corriéndose encima del plato. Eso me desconcertó, yo esperaba en otro sitio. Me hizo ver que en el plato había pollo (prácticamente la única carne que como, y no muy agusto). Ahora mismo, estaba bañado de la leche de mi amo, impregnado.
Me mandó sentar en el asiento, inmóvil (cuando tengo la orden de ser como una muñeca, pobre de mi que me mueva) mientras él iba cortando la carne en trozos muy pequeños. Me ordenó cerrar los ojos, y uno a uno, fue dándome cachitos con el tenedor. Lo cierto es que ha sido la vez en mi vida que más me ha gustado la carne. Y no creo que sea sólo por el componente erótico. No os voy a recomendar tampoco que sirváis carne con semen a vuestros invitados a casa (además que dependerá que carne y que semen, digo yo) pero en este caso, la combinación fue brutal. Y por si fuera poco, el estar a su merced....uf...
A ratos me hacia mantener la lengua fuera, y el trozo en equilibrio, a ratos me controlaba el tragar o no, o me hacia abrir la boca y comprobar que lo comía todo (y yo super avergonzada) hasta que no quedaba más pollo, pero si más semen. Después de ganármelo, tuve el privilegio de, estando a cuatro patas en el suelo, poder lamer el plato hasta dejarlo reluciente.


Esos días fueron brutales porqué dio tiempo a cosas pequeñas pero preciosas como esa, y a otras más elaboradas, como un medical en condiciones. En el momento que amo se colocó los guantes de vinilo desechables negros, supe que iba a haber lío.
Tocó exploración de cavidades. Amordazada, con los ojos vendados, y a 4 patas en la cama, y teniendo que abrirme yo misma mis agujeros, amo empezó a palpar y a meter dedos y presión primero en mi coño, y luego en mi culo. En este último se recreó, más de lo que me gustaría. Giraba, daba vueltas, notaba sus dedos enguantados apretando las paredes por dentro y palpando, mientras yo me quería morir de vergüenza. Cuando consideró que el registro fue suficiente, me ordenó abrir aún más mi culo, me recordó que era suya, y me hizo esperar así. Quieta.
Al rato noté como una jeringa presionaba por entrar en mi ano. Y al rato sentí como agua tibia iba llenando mis tripas. La jeringa salió. Doble alivio, me dolía ya la barriga y conseguí apretarme lo suficiente para que no se escapara nada. Falsa alarma, cuando oí el ruido casi imperceptible de la jeringa, siendo tirada hacia afuera, para seguir llenándose de agua tibia, y las manos de amo manipulando mi culo. De nuevo la parte plástica de la jeringuilla abriéndose paso por mi ano, de nuevo el notar del agua, a diferentes tiempos. Eso me descolocaba muchísimo. Hubiese deseado poder hablar o ver. Cuando por fin se terminó de vaciar, sentí casi al instante que salía una cosa, que entraba otra: el plug con diamantito al final que tenemos. "Así no se escapará nada" - dijo Amo.


Eso era peor para mi! sentía mi culo abierto y atrapado a cada rato. Y la barriga dolorida. ¿Y si tenía que ir al baño?, no podría! no aguantaría.
Y por supuesto, no me iba a dejar así reposando ese líquido en mi interior. Me ató en la cama, boca arriba. y sacó el aparato de electricidad (otra vez no, joder, joder...) y de nuevo el maldito móvil, con las alarmitas: 
- Te voy a poner los electrodos en diferentes partes del cuerpo. Yo decidiré cuáles, la potencia, y cuanto durará. Sólo sabrás que para cuando suene la alarma.
Me quería morir. Me retorcía y Amo disfrutaba. Con el añadido de la barriga llena, era muy raro todo. Los 4 electrodos rotaron por muslos, piernas, pies, genitales... menos la cara, amplio recorrido. Las veces que se hizo el proceso, no lo debí anotar (probablemente se me fue la cabeza) y soy incapaz de recordarlo. Pero para mi fue eterno y muchas alarmitas.
Amo, que le gusta que vayamos poco a poco, fue benévolo. ,Me desató, y me permitío ir al baño sola a vaciarme, sólo si aguantaba que el me quitase el plug, y el camino del la cama hasta el baño, sin ningún escape. No dijo nada de correr. Y ahi me veís, desnuda, con las dos trenzas, las medias por los muslos de falso latex resbalándose, y el cascabel de mi collar sonando (tinn tinnn tinnn) haciendo los 3 metros lisos a toda velocidad de la cama al baño. Lo conseguí por los pelos!
Y por si fuera poco, lo último que recuerdo de esos días, es que después de mi experiencia religiosa y apurada, Amo me esperaba con aún más cuerdas, y una vez comprimida como me gustaba, experimentó con una bala vibradora nueva que compró (muy muy gruesa para mi gusto, me hacia daño al entrar) a metérmela bien dentro, y cuando aún dolía, darle al mando de encendido, variando la velocidad, y cuando menos me lo esperaba, noté el tacto húmedo y caliente de su lengua encima de mi coño. Oh dios mio, se me fueron pasando los dolores poco a poco. Y al final acabe notando sólo placer. Me corrí en su boca. Me arrancó el vibrador de golpe, y me penetró.


Fue precioso, aunque ahora me entristece un poco pensar que fue de las últimas veces que le sentí dentro. Pero lo importante es que seguimos juntos, con ganas, que vivimos eso, que mi aprendizaje como esclava sigue pasito a pasito, y que este 2018 si todo va bien, nos depara nuevas oportunidades de poder sesionar más seguido.
Lo mejor fue poder saborear ese mini 24/7 con mi Amo, combinarlo con el día a día y que saliese bien, ser lo primero que veía al despertar y al acostarme.
Te idolatro con toda mi alma, cuerpo y mente.

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