Flogger de rosas --- como se hizo, como se siente


Como a muchos quizá os suena, las rosas y el bdsm parecen tener una estrecha relación. Desde la tan ansiada y bonita "ceremonia de las rosas" como por el doble componente que presentan: el de algo bello y que atrae, como su fragancia, pero a su vez están rodeadas de espinas, que pueden causarte dolor.Si esto no tiene que ver con el bdsm ni que sea un poquitillo, que venga el mismísimo Señor Kurt y me lo diga.

En mis largas búsquedas de objetos para regalar a Amo, aunque ellos me causen dolores intensos, jamás encontré un flogger de rosas que considerara a un precio asequible para nuestro modo ahorro. Esto puede ser debido a que la mayoría son artesanales y llevan muuucho tiempo en ser elaborados (ahora puedo dar fe de ello). Por otra parte, la mayoría, aunque no todos, son de las típicas rosas rojas, que aunque preciosas, se que el color preferido de Amo es el azul. Así que el espíritu del bricosadismo me poseyó durante ratitos que fui teniendo, y me acerqué con cara de perversión a mi bazar chino más cercano a por mercancía para hacer nuestro propio flogger de rosas y regalárselo a Amo.

Para que Amo estuviese agusto utilizándolo, debía conseguir algo que saliese en lo máximo posible de mi zona de confort con los flogger: es decir, debía tratar de hacerlo lo más doloroso posible. Aunque una parte de mi pensaba que no iba a poderlo conseguir, y que por lo tanto, no tenía nada que temer (ja ja ja, futura esclava inocente e imbécil...).

Dar con unas rosas azules que me gustasen fue sencillo, había de varios materiales: las de papel, descartadas al momento, no aguantarían los golpetazos, debía enfocarme en las de goma eva (o foam), las de plastiquillo (que no encontré, y era las que más queria...) y las de tela, que me sorprendieron. Las de goma eva las descarté por verlas demasiado blanditas/acolchadas. Y al no encontrar lo que tenía en mente, examiné varias de tela, y me convencieron las que al final me llevé, porqué su base era una bolita de corcho (que se extraía fácilmente apretando con una barrena, y permitía meterle peso dentro de cada una de ellas, eso es bien para el sacrificio al dios del dolor. Por otra parte, me imaginé que quizá al roce, podrían hacer pequeños quemazos (y estuve de lo más acertada).

Fotillos del flogger terminado

Para las tiras, estuve escudriñando todos los cordeles y fibras del sitio, haciendo pruebas sin tanto disimulo como el que debería, en mi mano. Recordando lo que escuecen los azotes con las cuerdas del yute (pero sin ningunas ganas de sacrificar ningunas en cortarlas y hacer esto) me decidí por unos cordeles semi rígidos, semi flexibles, que parecían recubiertos de plastiquillo, lo cuál dejaba rojeces y marquitas en la mano, y el ruido al cortar el aire era guay. Además, parecían tener peso. No obstante, tras probarlos con libertad en casa, descubrí que eran demasiado ligeros, necesitaban "peso" al caer, para que doliesen. Motivo por el cuál acabe trenzando cada una de las tiras, para que así fuese el peso de 3 cordeles y no uno por tira. Para agregar peso extra, nudos en cada tira, y a la vez de reforzar y hacer de tope a las rosas en su base (para que no salgan "volando" o hacía atrás con cada golpe, como sucedió con la primera tira que hice y probé) nudo + silicona + pequeño peso que encontré por casa. La silicona del pegamento de pistola, aparte de servir de argamasa para retener todo, daba un pequeño peso extra. Lo malo es que quedaba todo como un pegote transparente/sucio/feorro. Pero pintando cada tira a mano, en esas zonas, con esmalte resistente negro lo solucioné. Y por más golpes que de momento se ha llevado el flogger, no parece que se salte la pintura. Las rosas también resisten, lo único que parece maltratado son los extremos verdes, que simulan las hojas, pero es que tuvieron que resistir no sólo golpes, sino la barrena atravesándolos, para sacar el corcho y poderles meter el peso, pegamento y silicona para sellar, así como los extremos del cordel trenzado, con su nudo, para que no saliesen disparadas.

No use ningún tutorial, me iba inventando sobre la marcha como creía que debería hacerse, trabajando así con 6 trenzas individuales, con sus rosas en los extremos, hasta que consideré que estaban los suficiente sujetas, y que aún hondeandolas en el aire, no salían disparadas, como para atreverme a unirlas y hacer el mango. 

Lo que si hice fue informarme sobre diferentes tipos de flogger, descubriendo que contra menos tiras tuviesen, más se suponía que dolían. Así que junto a Amo establecimos 6 como números de tiras, para que fuesen las mínimas para que doliese, pero que tampoco quedasen 3 rosas tiradas y ya.

Para la largaría, usé de referencia nuestro primer flogger, calculando que al trenzar las cuerdas su largo encogería, y creo que más o menos conseguí clavarlo.



Me dolían los dedos de trenzar a mano, pero valió la pena. Aunque por la uni y cosas de la vida tardé más de lo que quise en tenerlo terminado. Si no recuerdo mal, hemos podido usarlo en un par de ocasiones, y Amo parece contento. Yo no mucho... he llegado a cogerle más miedo que al de cadenas. No se si es porqué realmente me quedó algo de vista inocente, pero hard de nivel, o porqué Amo se deja fuerza extra en que duela, pero hoy por hoy albergo un profundo amor-odio por el....

También conservo un fragmento de conversación, en el que Amo hablaba del flogger y que le parecía que estuviese haciéndolo, y le pedí permiso para guardarlo y adjuntarlo aquí:

- Que el hecho de que estés haciendo esto del flogger, es cómo un castigo. Porque mí esclava se está esforzando  mucho en algo que le  va ha hacer mucho daño si sale bien. Y verte haciendo algo, que después te va a torturar me gusta mucho. Me hace sentir bien, realizado.

Así que con palabras así, necesitaba esmerarme y tenerlo listo cuanto antes.

En el momento de probarlo, me sincero diciendo que pensaba firmemente que me habría quedado una cosa demasiado suave, una chorrada, un aparato de masaje vainilla y romanticorro. Una ñoñada de tomo y lomo. Pero no.

Como os digo, y extrañándome porqué es bastante hand made, aseguré a conciencia todos los nudos y puntos dónde podría sufrir daños el flogger o separarse, porqué por más vueltas que Amo le da, no se separa nada. Hace un ruido de cortar el aire delicioso, y aterrador. Cuando cae en la piel, al primer instante solo notas calor y como la piel te tiembla, y piensas "pff, que chorrada". Y al instante, un dolor en un sólo punto (ya sea porqué la rosa impacta, con su peso, o porqué te pilla el nudo de la tira) pero en ese pun to una presión de calor, que se te mete en el cuerpo, y duele como un fustazo. Según vimos, estamos bastante convencidos que deja morados redondos, pero nos es difícil saber si de la propia rosa con el peso, o de la cuerda anudada.


En cualquier caso, en mi escala de cosas que temer, aunque no está en el top, si lo ronda: la rojez es inmediata, según como caigan las tiras, deja leve relieve al tacto y como quemacitos. Y a las horas/día siguiente, morados redonditos. Lo que si estoy contenta es que con poco golpes, se consiga eso. Como fan de las marcas y demás recordatorios del día después de la sesión, no podría estar más contenta.

Ojalá dure mucho mucho tiempo, y mi Amo pueda seguir disfrutando de el. Ya ando dándole vueltas a otras versiones.... quiero ser la loca de los flogger!!



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